Finales de los años 70. La hora de la siesta. Aburrida, mjfuster se queda mirando la vitrina de vajilla de su abuelo paterno. Cuatro hueveras iguales la hipnotizan. Descubre en sus formas un equilibrio perfecto entre belleza y funcionalidad. Secuestra una. Poco a poco, va comentando entre sus allegados que ha iniciado una colección de hueveras. Su suegra, yaya_gloria, y su marido, luism, le dan la razón. Ya en 1982, un viaje a Londres revela que existen piezas de formas y materiales insospechados. Para dotar a la colección de cierta seriedad, mjfuster empieza a numerar los ejemplares, llegando a marcar alguna huevera con esmalte de uñas rojo. Más atinadamente, inaugura un registro en el que anota su procedencia. Sus hijos, danielf y ggf, crecen sin mayor trauma que el de haber tenido que aprender a jugar al fútbol en el salón sin romper ni una sola de los cientos de hueveras que allí se acumulan. A lo largo de los años, amigos, familiares, colegas de trabajo, compañeros de cursillos, vecinos, miembros de asociaciones afines, simpáticos conocidos, parejas de unos y otros y, en fin, una densa red de personas generosas irán aportando inestimables contribuciones. Algunos, como ohm, se verán incluso peligrosamente afectados por el síndrome de las hueveras. Gracias a todos.
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